No es frecuente leer esto en artículos científicos: “El amor romántico es una poderosa experiencia humana que influye con fuerza en muchos aspectos de nuestras vidas”. Así arranca la introducción del artículo recién publicado por un equipo chino-estadounidense en Human Brain Mapping. El estudio se centra en la satisfacción en los primeros estados de enamoramiento en 18 participantes chinos al ver el rostro de la persona amada.
Se activan las áreas de la corteza que forman parte del conocido como cerebro social, el que procesa las relaciones interpersonales. En ese momento se produce un efecto sorprendente: se silencian las áreas que procesan lo negativo.
Se observa así lo que la sabiduría popular resume diciendo que el amor romántico es ciego y que las madres son siempre partidarias de sus hijos. Por supuesto, los padres también, pero ellas lo viven de forma muy particular.
En el amor, como en el humor, hombres y mujeres seguimos estrategias cerebrales diferentes. Sobre la base de una indiscutible igualdad, partimos del mismo punto y, siguiendo procesos distintos, llegamos a un destino común. De ahí que cada uno con su estilo personal, sienta y, según su sensibilidad, exprese de alguna forma: me gusta quién soy cuando estoy contigo.
Autores:
Natalia López Moratalla
Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular
Enrique Sueiro
Doctor en Comunicación Biomédica
Universidad de Navarra
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